
La educación, tanto en el hogar
como en la escuela, requiere del uso de diversos métodos y técnicas para que
los niños y adolescentes puedan desarrollar habilidades sociales que les
permitan desenvolverse en cualquier ámbito, según Sánchez, Amar y Triadú
(2018), estas habilidades son cruciales para que los estudiantes puedan
comunicarse, tener autocontrol y confianza en sí mismos, aspectos que son
altamente valorados por el mercado laboral, en otras palabras, es importante
que los estudiantes combinen su capacidad para hacer cosas con su desarrollo
personal, emocional y habilidades para convivir con los demás, el saber ser.
La escuela, cumple una función
fundamental al proporcionar los conocimientos fundamentados, evitando así la
marginación del saber y brindando las condiciones necesarias para que los
estudiantes luchen por alcanzar niveles de calidad de vida dignos (Cullen,
1997) citado en (Fortoul, 2017, p. 178).
La dignificación del alumno se
inicia al reconocerlo como un individuo que merece ser tratado con justicia y
respeto, basado en su condición humana y su participación en el entorno
sociocultural. El objetivo es formar niños y adolescentes más felices, creativos
y con mayores oportunidades de éxito en la sociedad, por lo tanto, es
fundamental que el estado proteja y salvaguarde sus derechos, priorizando
siempre el interés superior de los niños y niñas (Rivas, 2010, p. 26).

Un alumno de una escuela pública en
El Salvador me platicó sobre un incidente en el que una asistente de
laboratorio utilizó un lenguaje peyorativo hacia una compañera de clase
simplemente porque se equivocó en un procedimiento en el laboratorio, la
asistente le dijo: "¡Váyase a una escuela de educación especial!",
con la intensión de menospreciar, y poner en duda las capacidades y necesidades
de un estudiante, es importante aclarar que, las escuelas de educación especial
son instituciones que brindan atención a estudiantes con discapacidades
especiales o necesidades educativas especiales (Juárez, Comboni & Garnique,
2010, p. 42); sin embargo, la maestra no solo ignoró el hecho de que las
escuelas de educación especial ahora son centros inclusivos de educación, sino
que también utilizó de manera inapropiada el concepto de "educación
especial" para atacar y desvalorizar las capacidades de la alumna,
violando así su derecho a no ser maltratada psicológicamente, cabe mencionar
que esta agresión de parte de la maestra va en contra de lo establecido en la
ley "Crecer Juntos", que entró en vigor en El Salvador el 1 de enero
de 2023, la cual establece la protección de los derechos de todos los
estudiantes, incluyendo su integridad física y mental.

La ley Crecer juntos, establece en
su artículo 32, que el estado debe garantizar la protección de los niños y
adolescentes, ofreciendo un estado de bienestar emocional, psicológico y social
que facilite el desarrollo de habilidades y capacidades, al aprendizaje de
destrezas sociales, al fortalecimiento de las relaciones con los demás y
hacer frente a situaciones de estrés y desarrollar la resiliencia; por lo
tanto, difícilmente se puede lograr que un niño o adolescente pueda
adquirir todas estas habilidades duras y blandas, si se le trata con desprecio
y con peyorativos como tonto o inservible.
Para fomentar la formación de
ciudadanos con sólidos valores y habilidades, es necesario establecer políticas
públicas que aborden la salud mental de niños y adolescentes, estas políticas
deben priorizar la provisión de atención educativa y servicios de cuidado y
protección, también, es fundamental transmitir y comunicar de manera
efectiva estas políticas a los padres de familia y profesores, como actores de
la educación de sus hijos e hijas, con el fin de prevenir situaciones que
puedan perjudicar la salud mental de los niños y adolescentes, evitando así,
cualquier forma de violencia mental o física, de esta manera, se promoverá un
entorno saludable y seguro que propicie el crecimiento integral de los
estudiantes.
Nuestras acciones como educadores
son fundamentales, ya que de ellas dependerá si en el futuro tendremos modelos
de buenos o malos padres de familia, así como buenos o malos profesionales.
Somos responsables de influir en el desarrollo de los estudiantes, moldeando no
solo sus conocimientos académicos, sino también sus valores, actitudes y
habilidades sociales.
Al cultivar un ambiente de respeto
en el hogar y en la escuela, empatía y dedicación, podemos inspirar a las
generaciones venideras a convertirse en individuos íntegros y exitosos en todos
los aspectos de sus vidas.
Referencias
Articulo 32 (01 de enero de
2023). Ley Crecer Juntos.
Fortoul–Ollivier, M. B. (2017). Los
distintos tipos de saberes en las escuelas: su relevancia en la formación de
sujetos. Revista del Centro de Investigación. Universidad La
Salle, 13(47), 171-196.
Juárez Núñez, J. M., Comboni
Salinas, S., & Garnique Castro, F. (2010). De la educación especial
a la educación inclusiva. Argumentos (México, DF), 23(62), 41-83.
Rivas, J. M. I. (2010). Los
derechos de los niños, niñas y adolescentes en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Revista IIDH, 51, 13.
Sánchez, O. M., Amar, R. M., & Triadú, J. X. (2018). Habilidades blandas: necesarias para la formación integral del estudiante universitario. Revista Científica Ecociencia, 5, 1-18.
0 Comentarios